Una tarde lluviosa
- Escritorio Emergente
- 25 mar 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 1 abr 2019
(Un texto de Nahón)
Es una tarde lluviosa, siento frío, oigo los truenos y a través de la ventana contemplo el vaivén de las ramas de los árboles.
Estás frente a mí, atractivo, en la mesa del comedor cubierto con un mantel de encaje blanco. Estás allí, destilando miel a tu alrededor, mostrando con frescura unas frutillas y me digo: ¡fresas!, ¡qué exquisito!
Te acerco cada vez más a mí, me sirvo una taza de humeante café, me hundo en tu blando cuerpo para extraer todas tus delicias. Veo un brillante color cobrizo, aspiro tu rico aroma y me lo llevo a la boca. Disfruto tu sabor y pienso: esto es el paraíso hecho realidad.
Repito la acción una y otra vez, lo alterno con un sorbo de café, el reloj no se detiene, el tiempo transcurre, las manecillas avanzan y tu cuerpo desaparece.
En un abrir y cerrar de ojos, todo llega a un final feliz, me siento sencillamente satisfecha.

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